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30/6/17

Yaqui, una vida una historia

Mi primer perro fue Yaqui, un perro foxterrier blanco que nació poco antes que yo viniera al mundo, me contaron mis padres que me fue regalado por unos compadres, el compadre Javier y la Sra. Fresia que vivían en la playa de Loncura.   Al comienzo dicen que le llamé Serrucho, Martillo, nombres que se me venían a la mente, al tun tun como niña chica hasta que descubrí el nombre de Yaqueline y para hacerlo mas corto lo asocié con Yaqui, sin darme cuenta si era macho o hembra.

A medida que pasaban los años, yo crecía junto a Yaqui,   mi primer amigo, el que con un lengüetazo sobre las lágrimas que caían por mi rostro después de una retada negativa merecida, devolvía la sonrisa plena a mi cara sonrojada con nariz de payaso de tanto llorar.  Sentía sus ojos café oscuros mirándome y yo sonreía, era mi mayor premio, entonces lo tomaba con mis brazos pequeñitos, lo abrazaba, le daba besitos que me encantaba hacerlo, aunque me llamaran la atención, cochina, me decían, como se te ocurre darles beso al perro, eso no se hace,  era uno de los típicos retos que escuchaba. Me gustaba olerlo, que exquisito era olerle, si, llenar mi nariz de ese olor a perro transpirado cerrando los ojos para que nunca se me olvidase.  Hasta el día de hoy, estando sola, cierro mis ojos y vuelvo a aquellos maravillosos días de infancia, conocía todos sus olores. No cualquier perro tiene ese olor del Yaqui.  A veces  Nina, me trae recuerdos de mi Yaqui, a ella la abrazo y su olor me lleva a la infancia. Yaqui siempre fue mi amigo, era un poco mayor que yo, celebrábamos los cumpleaños casi juntos, aprendió andar a mi lado desde cachorrito, solo con su collar, siempre anduvo con collar, era señal de respeto que tenía dueño, en ese tiempo no habían las correas lindas de hoy, para tirarlo, a lo mas se amarraba con un cordel, era tan inteligente que sabía a la hora que comenzaba el día, la hora en que yo me iba al colegio a tomar la micro, y cuando me bajaba de esta, las veces que me acompañaba al colegio era el primero en bajarse, sabía como subirse camuflado al bus para que el chofer no lo echara para abajo, se iba directo bajo el primer asiento. Habían veces en que yo solo me daba cuenta cuando se bajaba, y cuando lo hacía antes de subir, lo tomaba en brazo y me devolvía una y otra vez a dejarlo a casa, era un balazo para cruzar la puerta de calle, arrancarse y seguirme era su felicidad.  No se como hacia enflaquecer tanto para poder meterse entre los fierros de la reja, después de subir el muro. Las veces que lograba hacer leso al chofer, me seguía hasta el colegio, ahí era otro show mas en que yo entrara al colegio, cerraban la puerta, Yaqui quedaba afuera de la escuela cuando de repente en clases la profesora preguntaba, en la puerta hay un perrito, y con tono un poco irónico, que me parecía patético, decía ¿a quién busca?...y yo entre orgullosa y con vergüenza, me levantaba del asiento yendo hacia el donde su cola no paraba de moverse, volvía a tomarlo en brazos para ir a dejarlo a la puerta de calle.  Ahí Don Melitón, el portero de la escuela, siempre se reía y me decía...otra vez. Lo echaba para la calle, pero Yaqui buscaba la reja de fierro para meterse entre los barrotes y volver de nuevo a la sala de clases, si estaba acostumbrado hacerlo a través de los fierros de la reja de mi casa, los barrotes del colegio eran mas anchos, obvio que mas fácil.    Ya cuando veía que el cuidador se estaba aburriendo con el show, colocando mi cara inocente lo convencía para que me lo tuviera en su salita hasta que tocaran la campana. Hubo días de lluvia copiosa, y Don Meliton dejaba que se pusiera a secarse al lado de su estufa.   ¡Que rabias me hacía pasar!...uyuyuuui, pero yo lo amaba, era mi amigo amado incondicional.   Lo más exquisito era cuando tocaban la campana, agarraba mi bolsón de cuero que ya no existen, sobre el delantal cuadrillé me lo cruzaba a mi cuerpo, salía corriendo despavorida a la puerta del colegio donde mi fiel amigo y compañero me esperaba, mis compañeras me decían que esperara, pero para mí era mas importante irme con Yaqui que con ellas.   Le hacía cariño y le decía, vamos Yaqui, a patita pa’ la casa.  Me sentía orgullosa de que me hiciera caso delante de quienes nos observaban. Y el, movía su cola, se ponía a mí lado y partíamos uno junto al otro, a veces corriendo, otras caminando, tirándole piedras que me traía o tocábamos el timbre de alguna casa y arrancábamos, arranca Yaquiiiii, era típico tocar los timbres.   Y pobre que pasara un perro que lo mirara mal o se tratara de acercar, se le engrifaba todo el pelo, era choro y defensor de nada. Todo lo entendía. A nadie más que a mí le sucedía que un perro la acompañara al colegio, la esperara toda la mañana, con calor, frío,con lluvia y caminara a mi lado de vuelta a casa. Imposible pensar en ese tiempo ponerle una ropita de polar. Lo mas divertido era cuando llegábamos a casa, nos habría la puerta mi madre, después de darle el beso de saludo, miraba al suelo asombrándose de verlo, y éste, decía, con razón los chiquillos lo salieron a buscar y no lo encontraron. Yaqui se iba directo al patio donde lo esperaba su casita de madera la que le había hecho mi padre, era tan mononita, hasta su nombre tenía puesto encima de la puerta de su entrada y para las fiestas patrias, lucía una bandera de papel lustre hecha por mí. Tal vez aún exista alguna foto de esa casita, antes eran escasas las fotografías, solo blanco y negro,  no como ahora que todo se convierte en imagen.

Cuando llegaba la época de irnos a veranear por la colonia donde mi padre trabajaba, Yaqui era otro miembro de nuestra familia, iba con nosotros,  era el primero en subirse al camión que nos transportaría al bosque del balneario de Ventanas que estaba como a tres horas de Santiago en esa época.   Yaqui siempre fue con nosotros, mi madre lo amaba a pesar de que la hacía rabiar cuando se arrancaba por las mañanas de casa,  jamás hubiera permitido dejarlo en alguna parte, era un patiperro callejero, hasta ayudaba a armar el campamento entre los árboles del bosque que hoy no existe, pero está una villa de casitas en ese pueblo.   Por las mañanas temprano nos levantábamos, tomábamos desayuno y nos íbamos junto a mis padres y hermanos a caminar por la orilla de la playa, aquella playa que yace plena y pura en las imágenes de mis recuerdos, hoy transformada en una mugre por dar paso al progreso económico de nuestro país. Eran mañanas hermosas, muchas veces nubladas y heladas, yo llevaba mi balde para llenarlo de conchitas que tiraba el mar hacia afuera a tempranas horas de la mañana, y Yaqui siempre corriendo de un lado para otro. Mi perro era libre,  feliz con nosotros y muy obediente. Hubo veces en que se perdía de nuestro rumbo por quedarse jugando con algún otro, pero siempre llegaba en donde estábamos. Era el perro más posero para tomarse fotos.  Las fotos en blanco y negro son originales de época.

Desde siempre tuve este amor por los perros. Nací para amarlos.  Yaqui me acompañaba a bañarme en el mar, quedaba estilando entre ladrido y ladrido para que me saliera, luego se iba a la arena y se sacudía sin importarle quién estuviera a su lado. Ventanas es una playa extendida, menos mal que había bastante espacio en ese tiempo para acostarse guatita al sol de lo contrario nos hubieran tapado a garabato limpio, mientras a Yaqui con mis hermanos lo cubríamos con arena, dejándole solo su cabecita afuera, y le gustaba tanto que lo hiciéramos que ni siquiera se movía, ahí se quedaba calentito con la arena, mientras yo le besaba su frente.

Siempre estuvo sano, y eso que solo se le ponía la vacuna antirrábica obligatoria cuando pasaban por orden de la municipalidad poniéndoselas gratis a quienes teníamos perros, todos los perros tenían que si o sí vacunarse, era obligación, y nos daban un comprobante de esa vacunación con su nombre y el del dueño.   Se alimentaba de las hoy mal llamadas “sobras” que dejaba mi madre de nuestra comida. No eran sobras como la palabra lo dice, la comida para el, era otro plato igual al de nosotros,  Yaqui comía de todo, y nunca estuvo enfermo.  No existían los veterinarios que mandaran a sacarle una radiografía al torax para verificar un pequeño resfrío, ni una ecografía para ver cuantos cachorritos venían en la guatita.   Eran otros tiempos, donde la vida era mas contacto natural. Por las tardes toda mi familia y amigos del campamento, nos llevaban a caminar hacia el lugar donde se encuentra la Ventana, antes eran dos piedras gigantes con un orificio en el medio que dieron el nombre,  al nombre del pueblo de Ventanas, con el tiempo, una de ellas terminó quebrada, fueron las mas lindas puestas de sol disfrutadas en mi infancia que recuerda mi mente.  De ahí la culpa de amar esa hora del día, la hora de la puesta de sol y Yaqui sentado a mi lado. Por las noches llegaba la hora de la fogata, donde nació mas de una artista que se hizo famoso con el tiempo, cantar al son de las guitarras, la mar estaba serena, era como un himno de aquellas vacaciones al regreso.

Llegaba el tiempo de desarmar el campamento de grandes carpas y  volver a Santiago. Aquí era cuando comenzaba mi sufrimiento,  mis problemas. Yaqui se valía tan bien solo fuera de casa, “callejeando”, que a primera hora cuando mi padre se iba al trabajo no se daba cuenta que se le escapaba, Yaqui desaparecía sin saber donde estuviera. A veces volvía temprano, pero volvía hediondo a caca de caballo, al muy maricón le gustaba revolcarse en la feca que dejaban los caballos de las carretas que iban a la feria, ahí mi madre o alguno de mis hermanos mayores lo tomaban, lo metían dentro de la tina, lo jabonaban, secaban y volvía a ser el perro hermoso blanco entero.

En ese tiempo yo vivía en la comuna de San Miguel, la perrera fue el gran invento de su alcalde Palestro donde  los martes y viernes pasaba el “maldito camión de la perrera municipal”, eran horribles aquellos días para mí  cuando les tocaba pasar  y Yaqui sin saber de su existencia, se arrancaba a recorrer las calles sin tener idea del peligro que corría callejeando.  Era un callejero, ni por mas que nos preocupábamos de que no saliera, el era mas rápido, se arrancaba a la calle, todos teníamos la obligación de salir a buscarlo para entrarlo. El miedo se apoderaba de mí aquellos días, sobre todo cuando pasaba el asqueroso camión de la perrera,  se detenía,  yo con mis ojos super abiertos, lo buscaba entre tantos perros llamados “vagos”, con el tiempo aprendí que no eran vagos, sino abandonados y  perros callejeros que los mismos dueños entregaban,  algunos eran  cazados por medio de redes enormes como las que veía usar por los pescadores en Ventanas,  hombres vestidos con sus mamelucos azules o plomos hediondos a excrementos y basuras los tomaban a la fuerza y los tiraban al camión. Como niña chica que era, les gritaba que los soltaran que ahí estaba mi perro, como gritaría que hasta me daban permiso para que lo buscara dentro del camión, pobre que se me arrancara algún perro por casualidad me decían, luego de asegurarme que no estaba, me iba con la cabeza gacha preocupada por no haberlo encontrado, al llegar y abrir la puerta de mi casa Yaqui salía a encontrarme moviendo su cola, ahí lo retaba castigándolo dentro de su casa y sin contacto. Al patio, le decía, y  él agachaba su cabeza, la cola entre sus patas y se guarecía en su casa hasta que me veía volver de la escuela y salía corriendo a encontrarme. Hasta ahí llegaba mi enojo, era imposible estar enojada con el.

Aquellos recuerdos del camión de la perrera municipal, nunca los he podido sacar de mi mente, cada vez que un perro se perdía en el sector era señal que el camión lo había atrapado, ahí si el dueño consideraba que su perro era importante, iba en su busca y si lo alcanzaba lo traía de vuelta, de lo contrario los propios vecinos echaban a los perros para la calle en el momento que pasaba tan magno vehículo para que se llevaran a sus mascotas, sin importarle el dolor que ello causase. Rara vez volvía a ver a los perros de los vecinos. Y al preguntarle a ellos por su perro, era tan “normal” que me respondieran, se lo debe haber  llevado la perrera. Supieran la rabia que me daba, y a pesar de ser tan niña, yo sabía que hacían mal, y sentía que yo debía hacer justicia por aquellos perros inocentes que entregaban a la perrera, sencillamente no saludaba mas a los vecinos que traicionaban a sus perros. Y créanme que a varios de ellos nunca mas volví a saludar, pero levantaba mi frente y los miraba como recriminando lo que habían hecho, y eso que era “normal” tirar a los perros para que el camión de la perrera se lo llevara como si hubieran sido basura.  De ahí mi alejamiento con las personas, no podía soportar que maltrataran de esa sucia manera a sus perros.

Íbamos a cumplir con Yaquí casi diez años juntos.   Un día llego a casa de vuelta de la escuela, abro la puerta, me pareció extraño que no saliera a encontrarme, le pregunto a mi madre por Yaqui, y me responde que se había arrancado en la mañana y aún no había vuelto. Tomaba once y me iba a recorrer  las calles del sector por donde se suponía que el estuviera, a veces lo encontraba y lo llevaba de vuelta, pero hubo una vez que por mas que recorrí las calles una y otra vez, mi Yaqui nunca mas volvió, eso aun duele.  No hubo noche que no llorara por no encontrarlo, nunca perdí la esperanza de hallarlo, todos los días llegaba del colegio y me iba en su busca. Aún hoy al recordarlo, mis ojos se humedecen de emoción y vuelve a pasar.
En la imagen con Queno, uno de mis hermanos que me quitaba a mi perro a propósito para salir con el en la foto....grrrrrr.

Esta es la historia de mi Yaqui, fue la primera mascota que tengo en mi vida llena de recuerdos. Pasaron los meses quedándome con la idea que se perdió o el dolor mas grande que se lo llevó la perrera. Fue ahí cuando mi madre al ver que mi pena no decaía, trajo otro perro a nuestro hogar para que el tiempo curara mi tristeza. Llegó Yimi a nuestra familia, pero Yaqui era insustituible.

Pasaron los años, yo crecí y un día conversando con uno de mis hermanos, sin querer se le sale cuando Yaqui lo atropellaron... Cómo que Yaqui había sido atropellado…¿Cómo que atropellado?...le grité y me cuenta su historia: yo me había ido a la escuela, alguien abrió la puerta y Yaqui salió vuelto loco en mi busca para seguirme. Al poco rato vino un vecino avisar que a mi perro lo había atropellado una micro. Jaime, mi hermano mayor que estaba en casa salió corriendo a buscarlo…las lágrimas caían  sobre mis mejillas…al rato llega de vuelta con mi Yaqui muerto, en brazos, totalmente ensangrentada su ropa. Yaqui fue enterrado antes que yo llegara. Al preguntarle a mi madre por que me lo ocultó, respondió que pensó que  había sido lo mejor para que yo no sufriera tanto con su muerte, estando en época de pruebas en el colegio, pensó que me haría menos daño tener la esperanza de que un día volvería.  No juzgo su decisión. Una madre no se juzga, lo hizo pensando en mi bienestar, pero yo hubiese preferido saber que estaba muerto y enterrado, que haberlo buscado tantos años en cada perro blanco parecido que veía. 

Solo se que ese perro que amé con todas mis fuerzas inocente en la infancia, marcó mi vida para toda la vida, entregarme sin condiciones a los perros, por que de ellos he aprendido a aceptar a las personas como son, aprendí la paciencia, la fidelidad, la lealtad, a entregarme, a confiar, amar sin condiciones, no esperar nada de nadie…aprendí a amar a los perros de manera incondicional como ellos nos aman.

Esta es la historia de un perro como cualquiera que le encantaba salir a recorrer las calles, es el típico "perro callejero", un perro que siempre tuvo dueño, un perro inteligente que se las arreglaba cada día para salir a sus aventuras, luego volver a su hogar donde lo esperaban y era bien recibido, a pesar de llegar con un olor fétido en su cuerpo revolcado en el escremento de caballo o perro muerto, que murió bajo las ruedas de un bus, que conoció el amor de una familia, y fue mi perro.
La vida nos enseña a través de pruebas que van quedando como  experiencias a ser mejores personas, mejores humanos. Nunca más un perro mío volvió a salir a la calle solo,  sin su collar, ni su correa. Yaqui siempre tuvo identificación al reverso de su collar.

Esta es  historia la de mi Yaqui, la compartí hace algunos años en mi página losperrosdelcamino,  compartí la repugnancia que siento ante el camión de la perrera y la triste experiencia de término de vida de un perro callejero, al morir bajo las ruedas de un bus.    El tiempo ha pasado y no en vano, mi expericienca de niña me llevó a intentar educar sobre tenencia responsable de mascotas para que no hayan mas Yaquis muertos atropellados.   Con el correr de los años, me casé y me fui a vivir a la comuna de La Florida, donde comencé a llevar mis conocimientos de educación a través de mi vida,  de manera anónima hasta que me descubrieron.  Salí durante años  de madrugada a recorrer las calles de la comuna cuando alguien me avisaba que andaba un camión municipal sospechoso en tal calle, y créanme que si esto vuelve a suceder me tendrán de nuevo en las calles, tenga la edad que tenga.

Cuando conté mi experiencia en los perros del camino, fueron cientos los correos que me escribieron, muchos de ellos compartieron sus historisa conmigo, todos coincidían que la pena es la misma cuando amamos a los perros.

Ahora hay que seguir adelante, se viene una nueva ley de tenencia responsable, con la cual no estoy de acuerdo por las falencias que ella deja.

Si amas a tu perro, evita que salga solo a recorrer las calles, hoy  existen muchas maneras de taparle los sectores por donde se escapan, hay rejillas, de todos los grosores.
Ama a tu perro y preocúpate de el.

Sinceramente
Marcela



"¡Cuán pocos son los que piensan justamente
sobre los pocos que piensan!
¡Y cuántos que creen pensar y...
no piensan nunca!"



"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

19/9/15

"Tiempos de Septiembre"

Y llegó Septiembre, de seguro será un mes difícil de olvidar por la desgracia que estamos viviendo en nuestro país. Muchos dirán que deberíamos estar acostumbrados que el piso se nos mueva, pero ni por mas que lo intentemos  no asustarnos, igual nos asusta.  Eso si, este terremoto 8.4° que sacudió nuestra zona centro-norte,  uno de los movimientos telúricos mas fuertes que hemos tenido con una duración sobre los tres minutos, minutos que fueron eternos e inolvidables.  Mirándolo fríamente ha dejado menos daño que otros.   Lo cual significa y demuestra  que cada día estamos preparándonos mas para hacerle frente a este tipo de sorpresas cuando la pacha mama le da por ponerse a bailar a su gusto. Difícil aceptar que baile.

Septiembre, tardes hermosas como a mi me gustan. Son esas tardes tibias medias frías  en donde el viento hace presa de correr volantines multicolores  en el cielo y los árboles nos muestran que la primavera ha llegado a los jardines.  Son estas tardes cuando aun cargo mi auto con cosas ricas para ellos, me voy a recorrer caminos donde se que se pondrán felices de verme llegar corriendo a mi encuentro, se pondrán felices mis manos acariciando sus cabecitas. Cabecitas gachas en busca de mis manos tibias que les den un poquito de calor convertido en cariño, aquel cariño incondicional que les entrego vez que mi tiempo lo permite y arranco a encontrarme con mis amores prohibidos, prohibidos por que no tengo donde poder tenerlos protegidos de la maldad humana. Aunque ha pasado el tiempo, ni por mas que intente hacerme la loca tratando de  olvidar que  humanos miserables  escondidos entre las sombras fueron  capaces de matar y matar a los perros del camino.  Hoy nada me asombra, no sería la primera vez que los mataran, pero ojala fuera la última.

Tiempos de Septiembre donde las calles huelen a cebollas fritas, huevos duros,  asados, leña o carbón,  tiempos de fondas, ramadas y malditos rodeos, aborrezco la gente que caza y practica este mal llamado deporte.  Donde las calles  de Santiago lucen algo despejadas de autos que salieron a disfrutar los días feriados de fiestas patrias,  olvidándonos un poco de la gente que está sufriendo por haber perdido todo lo que con tanto sacrificio les costó obtener a través de toda una vida.  Hay que seguir, me digo, pase lo que pase hay que continuar siempre para adelante. La vida nos golpea sin querer muchas veces de la peor manera, poniéndonos a prueba que tan guerreros somos para seguir, hay que seguir aunque cueste volver a pararse.

Tiempos de Septiembre donde nuestra música folclórica se hace presente tomándose  un corto espacio en alguna radio que a duras penas toca las mismas canciones de que cuando era una niña.
Desde pequeña  aprendí a disfrutar  el folclore de nuestro país, empecé enamorándome de un guapo muchacho que aparecía en un programa  por aquellos años cuando recién la televisión estaba llegando a nuestro país. Era Pedro Messone, cantante que se hizo conocido a través de una canción que fue rechazada por Los Huasos Quincheros, canción que le dió fama, prestigio, dándolo a conocer en el ámbito folclórico.  Esa  canción  llevaba por nombre "El Corralero", escrita por Sergio Sauvalle. Imposible olvidar aquellos tiempos de niñez viviendo enamorada del guapo huaso televisivo que era en ese entonces Pedro Messone, me encantaba su música, la manera tan poética de interpretar sus canciones, la tremenda pasión que ponía en sus conversaciones sobre la tierra, el campo  y  nuestros paisajes chilenos hermosos montados a caballo.  Creo que ese programa fue el que mas marcó que yo fuera una apasionada disfrutando la hermosa naturaleza al aire libre.   Su imagen continuamente era portada de la reconocida revista Ritmo.

Con el paso del tiempo El Corralero, fue una de las canciones que mas entró en mi infancia, pero en vez de ser el protagonista un caballo, en  mi vida era un perro, mi primer perro Yaqui.   La vida tiene vueltas, enseñanzas y recuerdos por miles.
Un día de Septiembre,  mi hijo Marcelo, siendo aún un niño  tuvo que hacer un trabajo en el ramo de  música sobre  una canción folclórica que le gustara,  mi sorpresa fue grande cuando me lo dió a saber,  había elegido la misma canción.
El Corralero, entonces le pregunté ¿ Por que?...a lo que respondió:
Me gusta porque es la canción de mi perro, no de un caballo...ojalá que todos los amos del mundo defendieran a su perro, como el cantante defiende a su caballo...acoté, no es el cantante, sino su autor.   Tomó el album de fotografías,  sacó las fotos mas bonitas de nuestro primer perro  Francisco Javier que ya contaba con casi 15 años perteneciendo a nuestra familia.   El profesor lo felicitó por su humanidad en favor de los perros. ¡Que gran logro el mío, verdad!...educar a mis hijos respetando y amando a los perros. Si aman así a un perro, ¿se imaginan como amaran a sus hijos?...increible. Aun ninguno quiere que seamos abuelos, jajaja...todo a su tiempo.   Por eso, no hay mejor amigo para un niño que un perro, se los aseguro, aprenden a convivir, a enseñarlo,  aceptarlo, y por sobretodo a tenerle paciencia, por algo se dice que si un humano sabe convivir con un perro, de seguro sabrá hacerlo con un humano...o no.  Mi paciencia es infinita, aprendí amar a mi primer  perro  Yaqui, luego Yimi, Foxy, Pablo...y así, todos ellos hicieron de mi una mujer paciente, a soportar, aprendí a soportar a los humanos, aprendí amarlos.
Hoy han pasado los años desde aquel momento, me confieso culpable de los logros que mi hijo ha obtenido en la carrera que tanto ama, escribir, escribir esto  pensando en mí, dedicado al gran  amor corralero confiando que pasará de generación en generación a través de nuestra música en El Corralero. Inolvidable. Cada uno de mis hijos aprendió que un perro es nuestro mejor amigo, aprendió a amarlo hasta el fin de sus días, como debiera ser un hijo con sus padres, sus abuelos, sería tan mágico que todos nos preocuparamos hasta el fin de sus días tanto de las mascotas como de nuestros padres. Por lo menos yo he sido así, y creo que es el mayor regalo que me ha dado la vida.

Tiempos de Septiembre, si algo trae a mi mente recuerdos inolvidables es la Parada Militar.

Desde que tengo uso de razón recuerdo en mi mente que mi infancia transcurrió muy cerca de los regimientos...¿eso porque?...porque mi padre era militar, fue un gran militar, un hombre que le entregó su vida a la milicia, sin ningún reconocimiento.

Cuando iba al kinder, mi padre luego de salir de su jornada de trabajo, se dirigía a buscarme en bicicleta, vestido con su uniforme….  ¿Has visto hoy en día andar en bicicleta por la calle a un militar vestido con su uniforme?... Nunca, verdad…, he ahí la diferencia, era tan normal verlo llegar en su "vehículo de dos ruedas" a las puertas del colegio donde me esperaba, y yo orgullosa, lo saludaba como militar y me sentaba en el fierro horizontal de la bicicleta masculina pistera  color negro y nos íbamos a casa, donde mamá nos esperaba a almorzar, lo mas rico era recibir el aire en mi rostro en el invierno conversando con mi amado padre y al pasar los charcos de agua, levantaba mis pies que ni siquiera llegaban a los pedales.  Fue mi padre quien me enseñó a amar mi patria, a sentir en mi lo que es ser chileno, cada vez que el día lunes se izaba la bandera, yo inconscientemente llevaba mi mano a mi frente en forma de saludo militar.  Debo reconocer que mi padre en mi vida siempre fue y será una persona muy especial, admiré su entrega a la vida, a su familia, al trabajo, al ejército, como ex-militar.

Cuando éramos niños, nuestro paseo dieciochero era llevarnos a ver los militares cuando llegaban al parque Cousiño, hoy llamado O'Higgins, pero lo que a mi mente infantil mas llamaba su atención eran los perros San Bernardo que desfilaban con su cofrecito colgado en el cuello. Se veían hermosos blanquitos, desfilando al lado de quién los guiaba, y yo soñaba, algún día desfilaré con un perro, me pasearé orgullosa con el. Eran tiempos de soñar cuando ni siquiera se nos habría pasado por la mente que las fuerzas armadas aceptarían mujeres en sus listas. En realidad tal sueño nunca llegó a pique, pero vaya que he paseado perros en todos estos años, y seguiré haciéndolo mientras pueda caminar.

Hoy como se acostumbra se realizó la Parada Militar, me encanta verla, trae recuerdos maravillosos a mi mente, mas aún desde que mi padre cumplió su tiempo aquí y tuvo que partir.  Es como que sintiera que aún lo tengo a mi lado y puedo disfrutar su presencia en un sueño yermo.  Es llenarme de emociones de antaño, de aires oliendo a flores en un día primaveral estando nublado.  Ayer y hoy fueron diferentes, brindé por mi gente que no está y también por Bonvallet.   Es la vida me digo, hay que superar lo que nos hunde en la tristeza, cuesta, pero el tiempo todo lo puede. Si me lo dijeran a mí.
Emocionarme a los sones de la marcha  Radetzky,  llenarme de emociones y recuerdos lindos, incluso aquellos cuando desfilaban los andinistas con sus perros San Bernardo, era hermoso verlo. Hoy aún desfilan perros, perros que trabajan junto a Carabineros de Chile.
Son perros, y como ya saben yo amo a los perros.   Supieran ellos que mas de alguien, asi como yo, dirá en su silencio ¡lo hermosos que se ven!.  Puedo estar segura que hay mas personas que piensan como yo, y eso me produce una suave alegría para seguir caminando despejando caminos donde ellos existen sin querer, obligados por los traidores de sus dueños,

Vaya para ellos nuestro humilde homenaje y reconocimiento a todos aquellos perros  que trabajan ayudando sin sueldo a las Fuerzas Armadas de nuestro país. Siempre son, (junto a los caballos), lo mas lindo, inocente, puro y fieles, de nuestra Parada Militar.

Ojala mas personas tomaran conciencia de lo útil que es tener un perro en una casa, nos cuidan, protegen nuestro hogar, nos informan que viene alguien, y todo lo que nos entregan, ellos también sienten, sufren, AMAN, son FIELES.
Si quieres adoptar un perro del camino, comunícate a losperrosdelcamino@gmail.com
Si mas personas adoptaran perros, existirían mas personas felices y menos perros abandonados.
Les dejo este video, veánlo, verán que hermosos se ven los perros desfilando y hoy lo hicieron con zapatitos nuevos.



VIVAN LOS PERROS DE CHILE.
Chocha por los perros. 

Disfruten los tiempos de Septiembre.
Gracias por leer, siempre hay algo por que escribir.

Que Dios los bendiga.

Marcela





28/10/13

"15 años de Kitty"


Imposible olvidar que un día  28 de Octubre como hoy, pero de 1998, en medio de la madrugada vino al mundo uno de los seres que mas he amado.  Ella es mi Kitty Messua, una perra que ha sido otra hija, la mas fiel, la vida misma. Hoy mi Kitty cumple 15 años de vida. Poco a poco se empieza apagar mi estrella, como dice Calamaro. Te amo Kitty, hasta que la muerte nos separe.

Ella, es de las que sea la hora que sea de madrugada, en todo lugar, me acompaña, hasta en el baño, la ducha, me sigue por toda la casa, y si me pierdo de su alcance ahora que está casi ciega y sorda, camina y camina hasta que da conmigo. Ha viajado  toda su vida a mi lado,  la mas fiel de las amigas, mi hija adoptiva, es parte de mi reino, mi princesa amada.

Quien ha amado un perro como su hijo, sabe lo que siento. Solo le pido a Dios que cuando llegue la hora de partir, le evite el dolor, no la haga sufrir cuando la llame a su encuentro. Está viejita, sorda y casi ciega, pero siente mi amor por ella, cuando la tomo en brazo, me la como a besos, ella aun los responde.   Desde hace dos años que está prestada, se la quité a la muerte, debe comer comida especial. Riñones. ¿Por que existirán las enfermedades?

Dios mío te doy gracias por estos dos añitos que la he tenido prestada, y por los quince maravillosos años que me la he disfrutado desde que nació. No hay día que no le diga que la amo, ya no escucha, apenas ve, y aunque esté sordita, aún se da cuenta cuando la abrazo junto a mi al dormir, y ella tiende a darme su beso de buenas noches. Es la mas fiel de mis perras, se queda hasta el fin conmigo, jamás le ha importado si hace frío, calor, mientras sepa que yo estoy ahi, a su alcance, ella siempre está. Ahora en este momento, duerme en su camita a mis pies. Hasta que la muerte nos separe.

Este video se lo hice hace tres años, aun estaba bien, escuchaba, y veía perfecto. Desde cachorrita le ha encantado que le cante, y para que decir cuando bailábamos, era la primera en pararse en dos patitas y dale bailando. También participó en un programa de televisión, en esos tiempos conoció la verdadera farándula del Canal 13, pudo entregar su amor a dos niños inseguros de amor maternal, que no tenían idea lo que era una mascota en la familia.




Solo disfrutarte, hasta que la muerte nos separe.
Ni siquiera con ella, jamás me podrán separar de ti.
Te amo princesa, eres mi alegría, como tu nombre lo dice.


Marcela
























"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

4/8/11

"Abandono"

Siempre supe que la muerte existía, la había visto pasar muchas veces por mi puerta, en frente de mí, y al pasar le decía, señor, llévalo por buen camino. Quedaba tranquila como si fuera tan natural morirse y enterrarlos. Cuando pequeña volvía del colegio caminando hasta mi casa, era tan "normal" encontrarme con perros atropellados, muertos a la orilla de la calzada, como olvidar ese olor a perro muerto que el viento hacía correr por cuadras en la ciudad.

El día que murió mi madre, Dios me dio la fortaleza para enfrentarlo, para asumir que no la tendría mas para sentirla, abrazarla, besarla, tomar su silla de ruedas, ponerla en la maletera de mi auto y que saliéramos a vitrinear al Shopping, o sino por las calles de alguna playa en primera y segunda, era nuestro caminar en cuatro ruedas mirando las casas nuevas. Cumplí hasta el fin con la linda obligación voluntaria de hija, no olvido la sensación de dejarla en aquel frío nicho helado, la sensación sentida es imborrable, fue ahí que empecé a conocer el abandono físico.

Sentía que por primera vez yo la estaba abandonando, no era así, era solo una sensación en mi piel, en mi mente, en mi alma. Era la ley de la vida, morir. Desde ese día, volví una y otra vez para tratar de sentirme cerca donde ella físicamente estaba, me recostaba encima de su tumba imaginando las veces que me metí en su cama tibia, no quería enfrentar mi abandono. El abandono en que me había dejado  su  muerte.



Siempre digo por algo pasan las cosas en la vida. Sin querer un día llegué a ese camino buscando a dos perros que vivían como reyes en mi pasaje, los que por uno u otro motivo de un vecino amargado, los tomó y los fue a botar,  no los encontré en ese lugar donde conocí parte de la verdadera miseria humana convertida en estropajos de mascotas abandonadas.   Mis lágrimas caían una tras otra, lágrimas culiás, les digo ahora con cariño cada vez que están con intenciones de asomarse y yo ahí con los brazos vacíos y cruzados sin saber que hacer, apenas con algo de comida que no alcanzaba ni para alimentar al mas chico de uno de los cachorritos, esqueletos sonámbulos caminando entre medio de los cerros llenos de rocas, matorrales y árboles. Recordar esa imagen, como bajaban los perros moribundos de los cerros hacia mí, es horrible. Fue ahí cuando sentí la verdadera sensación del abandono, tenía temor de quedarme, no podía irresponsablemente hacerles cariño por miedo a infectarme con sus sarnas avanzadas. Me subí al auto, puse el pié en el acelerador,  paradójicamente arranqué en forma desesperada y al salir de ese infierno, hice una de las promesas que mejor he cumplido en mi vida, en caso de encontrar a Pillín y Café, volvería a ese camino aunque fuera con agua, pan duro y huesos pelados. Volvería con lo que tuviera a mi alcance.

Pasó el tiempo, a través de mis experiencias aprendí que el sufrimiento sentido con la muerte de mi madre, era similar aquel que sentían algunas mascotas que nunca logré acariciar hasta el día de hoy, con aquellas que son abandonadas en un lugar preciso, las que nunca se alejan de ese lugar, que se dejan morir de pena sin querer alimentarse, esperando por instinto que su amo vendrá a buscarlas, y en su espera, mueren. Mascotas abandonadas por sus dueños.

Asimilando abandonos, pensé en aquellos padres que lo han dado todo sacrificándose por sus hijos, estos crecen sintiéndose dueños del mundo adolescente, juvenil, e inmaduramente aún en crecimiento a ser sabios, se equivocan, esos hijos no piensan en que aquel sufrimiento paterno puede cambiar toda la vida de una madre o de un padre, no piensan que ese abandono puede traer crueles consecuencias familiares y personales. Padres abandonados por sus hijos dejados en asilos para evitarse la vergüenza de alguna enfermedad donde se sienten ofendidos y dañados.

Asimilando abandonos encontré también el de la amistad, cuando dos amigos se aman deben confiar plenamente el uno en el otro, aquí no hay envidias, no hay celos e inseguridad, el pololeo, me decía mi padre, es una amistad verdadera mas íntima. Cuando un amigo desconfía poniendo en aprietos al otro cerrándole la puerta de una vez sin siquiera pensarlo, es exactamente lo mismo que le hacen a una mascota, la tiran por la puerta trasera de un auto en marcha, o la sacan a escondidas detrás de la maletera para tirarla en algún lugar. El abandono es traición.

Todo lo que traicionas a la larga te lleva al abandono…

En el abandono uno siente que pierde todo lo bueno que produce la compañía de otros al sentirse desamparados, no recibir caricias y protección, se nota indefenso, que la situación en que se encuentra no es suficientemente fuerte como para defenderse a sí mismo. Se siente desamparado, huérfano, desvalido, afligido, rechazado y triste, deja de comer.
Cambia su sensación de seguridad por la de inseguridad.

En el abandono se siente el cese de control, los acontecimientos son incontrolables para quien lo sufre. Hay que ceder, rendirse o someterse, sentimiento que acaba inhibiendo la motivación y hace que el “sujeto” deje de actuar y entre en una fase de pasividad desesperada. Cuando alguien se siente impotente para cambiar una determinada situación o estado de ánimo, esto puede acabar desembocando en un sentimiento de desesperanza cayendo en depresión.  Lo mismo suceden en los humanos como   en los perros abandonados. La muerte se los lleva.

El abandono puede ser absolutamente delicioso o terriblemente doloroso. Visto en su vertiente negativa, el abandono se intensifica con una soledad amarga.   El ser traicionado, desamparado, separado de un ser querido, puede ser una persona o un animal, la única compañía que le queda es la de la pena, miedo, incertidumbre. Si se ha abandonado a alguien, a todo ello se mezclan el pesar y los remordimientos, solo espero que aquellas personas que abandonan  lo que mas los ha amado, nunca dejen de sentirlo.

Afortunadamente, el abandono tiene sus momentos buenos. Instantes de calma, de reposo. Uno se abandona al sueño, a la pereza, a la caricia del sol.  En los perros esa etapa puede durar de cuatro a dos semanas. En los humanos también puede ser la hora exquisita de las confidencias, puede durar años.

Sabes que?    Hoy mi mayor estímulo ha sido Rayo Boy y Catalina, ellos estaban ahí, como sabiendo que algo raro pasaba en mi corazón. Rayo no ha dejado de buscar su pelota para tirarla a mis pies, toma, es tuya, te la regalo, juguemos?...y Cata al escuchar la música de mi Calamaro, se pone de pie en sus dos patitas, se afirma de mi cadera e insinúa…¡bailemos!…ahí están ellos, dos abandonados que un día se los robé al camino, ahí están ellos, dos abandonados que amo mas que la cresta, que no cambiaría por nada del mundo esa felicidad agradecida que me entregan a diario, que no me ponen en contra de la pared, que no me celan y  no se enojan cuando lleno mi auto con cosas ricas sabiendo que no son para ellos y a donde las llevo. Y que al volver me estaran esperando por si traigo olores  conocidos de un camino, que se alegran cuando llego en mi auto con aquel olor que dice que algo les recuerda, y de felicidad  van y orinan  las ruedas,  que no me levantan la voz cuando les llamo la atención, que no me traicionarían dejándome botada en ninguna parte, ni de día, ni en medio de la noche, ni tampoco me eliminarían del facebook.

Ellos confían plenamente en mí entregándose en alma y vida, como diciendo que puedes hacer de mí una obra de tu amor. Que yo puedo experimentar que el amor es fuerte como la muerte y como la vida.

No dejo de sentir mi corazón junto a ti, es lo que debe pensar, si es que pensara, aquel perro que sufre en el abandono esperando a su amo.

Lee y piensa bien si crees estar en un hoyo, trata de subir, aferrate a tus padres, a tus amigos,  a  tu mascota, valora lo que te puede entregar sin condiciones, hoy, quizás sea la única que estará esperando ansiosa que puedas tapar ese hoyo para alegrarte la vida como ningún humano. Piensa bien en este sentimiento, el abandono, antes de hacerlo, mira a los ojos de quién estas abandonando. Verás que la comunicación siempre se da cuando por lo menos lo intentamos.

El recuerdo de mis faltas me humilla
y me lleva a no apoyarme nunca en mi propia fuerza,
que no es más que debilidad.


A mirar hacia adelante y comenzar, siempre comenzar.


NO MAS ABANDONO


Marcela Opazo Castro



Si deseas adoptar un perro del camino, por favor comunícate lo antes posible, hay cientos de abandonados que están esperando una oportunidad, no la niegues.

"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

30/6/11

"Sabiduría canina"


Aprende a actuar con sabiduría canina, inténtalo...y te darás cuenta que vale la pena...

  1).- Nunca dejes pasar la oportunidad de salir a pasear.
  2).- Experimenta la sensación del aire fresco y del viento en tu cara solo
         por placer.
  3).- Cuando alguien a quien amas se aproxima, corre para saludarlo
  4).- Cuando haga falta, practica la obediencia.
  5).- Deja que los demás sepan cuando están invadiendo tu territorio.
  6).- Siempre que puedas toma una siesta y estirate antes de levantarte.
  7).- Corre, salta y juega diariamente.
  8).- Se siempre leal.
  9).- Come con gusto y con entusiasmo, pero detente cuando ya estas
         satisfecho.
10).- Nunca pretendas ser algo que no eres.
11).- Si lo que deseas está enterrado, vuelve a cavar hasta encontrarlo.
12).- Cuando alguien tenga un mal día, guarda silencio, siéntate cerca y
         trata de ser agradable.
13).- Cuando quieras llamar la atención deja que alguien te acaricie.
14).- Evita morder por cualquier motivo.
15).- En los días cálidos, acuéstate sobre tu espalda en el pasto y date
         vueltas.
16).- Cuando te sientas feliz, baila y balancea tu cuerpo.
17).- No importa cuantas veces te llamen la atención, no sientas ningún
         rencor...
18).- Mantente siempre alerta, pero tranquilo.

No olviden que los PERROS ABANDONADOS en las calles de nuestra ciudad, es porque un ser IRRESPONSABLE  LO DEJÓ SIN PROTECCION, SIN ALIMENTACION, SIN TECHO, SIN CARIÑO...y se dice o se cree HOMBRE RACIONAL O SER HUMANO.





"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

12/1/11

"Un camino"



Un camino largo, frío, caluroso, hambriento de caricias, de personas humanas verdaderas, bondadosas, compasivas, misericordiosas.
Un camino de abandono, traiciones, sufrimientos y sin sabores, penas y sentimientos olvidados, la miseria inerte del silencio entre los cerros, sin agua ni comida muriendo en el abandono.
Un camino donde siento en la piel a pesar del abrigo, el frío hielo invernal, la  nieve con la lluvia cuando moja y seca el estómago de hambre.
Un camino que sofoca el cuerpo de calor en verano por la escasez legítima del agua.
Un camino empinado, vacío, lleno de curvas, cuestas en subida y bajada, polvorientos, barrosos, secos, nostálgicos, peligros precipicios y paredes rocosas duras.


Un camino que me incita a seguir la meta de llegar arriba, al final de mis sueños.
Un camino donde hubo veces me saqué la cresta corriendo entre  cerros, la experiencia dice hoy, camina, los años no se detienen y ellos no pueden seguir esperando.
Un camino que no es lo que yo creía, pero existe fiel a nuestra realidad, la miseria humana.
Un camino de los míos, derecha y honesta siempre con ellos, hasta el final de mis días, si  Dios  me  lo permite. Un camino que me enseña a sobrepasar los baches que encuentro, a quitar las piedras que molestan, a cuidar las flores que florecen, a respetar la vida que en ellos existen.


Un camino solitario, negro en noches oscuras o lunas llenas.
Un camino sin prisas, sin traiciones, sin apuros, sin memoria.
Un camino que se va quedando en mi mente y en la mente de los que fielmente me siguen.
Un camino difícil de andar, sin poder encontrar la salida.
Un camino donde se corren riesgos, rompiendo en parte mis reglas, olvidando mis propios caminos de vida.
Un camino donde la muerte se apodera de los cuerpos, y me reencuentra con mi mundo.

Así son los caminos que recorro junto a mi esposo, todos desiguales, donde el tiempo pasa callado entre las rendijas de los cerros, las ramas de los árboles, mundos diferentes que pocos conocemos, realidad inexistente de los barrios altos y el mundo de la plata que a nosotros nos serviría para llevar a cabo mis sueños. Da lo mismo el nombre del camino, pero existen cientos de caminos como los que recorro. Un día sin querer llegué a un camino, y ese día, el destino marcó y detuvo parte de mis caminos. Quisiera soñar caminos como lo dijo alguna vez Antonio, caminos vacíos, sin mascotas abandonados. Cuando veas que el camino se estrecha, no desesperes. A quién tiene sueños, siempre habrá caminos nuevos para llegar a ellos. Seguiré soñando...

 Marcela Opazo Castro
            Autor

NO MAS ABANDONO DE PERROS

http://www.losperrosdelcamino.cl
http://losperrosdelcamino.blogspot.com

Nota: la música del video es sin querer, pertenece a mi amado Calamaro, es un cd. original que va conmigo por todas partes.

"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

20/8/08

"A las puertas del cielo"


En honor a todos los perros que un día su destino estuvo junto al mío.
Que he tenido el honor de "haberlos domesticado", mas me parece que fue al revés. Feliz de que lo hayan hecho conmigo.

                                                                      
Preguntó el Principito al zorro...¿Que significa domesticar?
Significa "crear lazos"
Eso es lo que yo hago con los perros.

Aprendí a crear lazos. 

Desde ese día crear lazos con ellos, ha sido maravilloso, ojala que muchas mas personas aprendieran hacerlo. Les cambiaría la forma de ver la vida, y a los animales.

Para todos ellos.


"A las puertas del cielo" 

Autor :  Marcela Opazo Castro 

Hoy llegué a las puertas del cielo,
después de que nos dijimos adiós.
Empecé a extrañarte terriblemente,
porque te oí llorar al fondo del patio,
aquel patio que miles de veces nos vió jugar,
y escuchó nuestras risas en el viento.

Al entrar al cielo,
vi a un ángel que me llamaba con su mano,
pero yo no quería, tenía que volver a saber que te pasaba.
El ángel me invitaba a entrar al cielo,
entonces le pregunté si podía quedarme afuera a esperar tu entrada.
"Veras que no haré ruido, le dije, no ladraré ni aullaré,
solo esperaré aquí pacientemente,
a lo mas cuando me aburra jugaré con mi pelota de tenis,
contaré estrellas y luceros".
El Ángel dijo que si,
que podría quedarme aquí a esperar tu llegada.

No quiero que llores por mí,
yo estoy bien, sueño con tu venir.
Se que no seré el único que te espera,
pero de una cosa estoy seguro,
seguiré esperándote hasta que llegues.
Mi estadía en la tierra fue maravillosa
y no imagino un cielo sin ti.
No te preocupes si te demoras,
aquí no existe el tiempo,
un año será como un segundo,
aunque un segundo sea como un año,
seguiré esperando.

Se que no te olvidarás de mí,
ni de los otros que ya entraron.
Seremos miles de nosotros esperándote,
pero a mí me verás primero,
estoy en la entrada de la puertas del cielo.
Nunca tuve un gran porte,
fui como tantos mas,
pero verás mis ojos
que iluminarán tu llegada y sabrás que soy yo.

 
Te espero,
no lo olvides,
sentado en el suelo
en las puertas del cielo.

Marcela Opazo Castro.
Autor 

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Sus recuerdos siempre estarán presente.
La muerte no es más que un sueño y un dormir eterno.
Mientras estén en nuestros corazones, siempre estarán vivos.

Este escrito lo escribí cuando tenía trece o catorce años, lo mandé a través de una carta  al primer concurso realizado por la Revista Mampato, nadie de mi familia sabía. Mi padre acostumbraba a comprarnos dicha revista para estudiar.  La revista salía los días miércoles, cuando llegaba mi padre del trabajo, con su típico maletín de cuero negro, con mi hermana nos peleábamos quién le quitaba primero el bolso para sacar la revista, pero ese día mi padre me la pasó a mí, sonriendo me dijo, la felicito.  Mi cuento había ganado el 1er. premio de la revista "Mampato".   Mi cuento estaba publicado en esa edición.  Con el tiempo, le arreglé o mejoré algunas palabras. Es de mi autoría. No me vengan a decir que son otros los autores, es imposible, es mío.  Muchos lo han ocupado para hacer videos, y jamás han pagado derechos de autor.

Mi cuento  ganador  se lo dediqué a mi "Yimi". 1971. Fue mi segundo perro, era pequeño, tipo pastor, entero de color blanco.

La foto la tomé en uno de mis viajes hacia nuestro bello sur de Chile, camino a Osorno. Fíjense en las nubes, que les da la imaginación. Es ahí cuando yo me digo, que Diosito pinta el cielo para mí, y lo llena de nubes hermosas que dejan un mensaje.




"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

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