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12/4/16

"La media cobija"

Cada vez que yo andaba en micro cuando iba o volvía del colegio, era como mi obligación llevar un libro en mis manos, así se me hacía mas corto el trayecto de la escuela a mi hogar, y si volvía a pié, caminaba leyendo un libro. Fue en ese tiempo cuando era aún niña, llegó a mis ojos un libro de cuentos.   Cuando aprendí a ingresar a internet, creé como jugando una página de fotolog, pionera en mostrar imágenes con algún escrito y entre mis escritos tenía guardado este cuento  de enseñanza que con mucho respeto y cariño les quiero compartir.
Ahí va.

************

Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia.
Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna a darle educación.
A los 70 años Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, brillante profesional le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió por primera vez en su vida pedir un favor a su hijo.
Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia.

-¡Hola papá! ¡Que milagro que vienes por aquí!
- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además estoy cansado y viejo.
- Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa.
- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo.
- Entonces... ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? ¡me siento tan solo!
-¿Quedarte a vivir aquí?, si…..claro, ……pero no se si estarías a gusto, tu sabes, la casa es chica, mi esposa    es muy especial…..y luego los niños….
- Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mi.
- No padre no es eso, solo que…, no se me ocurre dónde podrías dormir. No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían…,  o solo que no te moleste dormir en el patio?
- Dormir en el patio?... esta bien.
- El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de 12 años.
- Dime papá.
  Mira hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Tráele una cobija para que se tape en la noche.
- Si con gusto…   ¿y donde va a dormir?
- En el patio, el no quiere que nos incomodemos por su culpa.
  Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos. En ese momento llegó su padre
-¿Que haces Luis? ¿porque cortas la manta de tu abuelo?
- Sabes papá, estaba pensando…..
-¿Pensando en que?
- En guardar la mitad de la cobija para cuando tu seas viejo y vayas a vivir a mi casa.
 
*******************

¿Que te pareció?
Cuantas veces esta historia se ha hecho real cuando los seres humanos llegamos a viejos, pareciera que solo estorbáramos inclusive a los seres de nuestra misma sangre.
¿Cuántas veces, los hijos deciden tomar la mejor desición de ir a dejar a sus padres a algún ásilo?

Los hijos para abandonar a un anciano siempre encuentran una excusa:
Está enfermo, no hay nadie que lo pueda atender en la casa, tiene alzheimer, le dió un paro cardio vascular, ya no escucha, casi ya no ve, no nos reconoce, mi hijo ocupó su pieza, nos quedaba chica la casa, se hace pipi, hay que ponerle pañales, ya no tiene dientes, ah...estará mejor atendido en el asilo, seguro.

Claro que posiblemente esté mejor atendido en un asilo para ancianos, pero ¿cuantos de esos hijos piensa en sus sentimientos?...en lo que puede hechar de menos, en sus sufrimientos, sus recuerdos que llenan su mente, las galletitas que se comía en silencio, las camisetas ponerselas calentitas en invierno.

Este cuento fue uno de los cuentos que  me marcaron cuando era una niña.  El amor tan grande que sentí por mis padres, jamás me hubiera llevado a ir a dejarlos a un asilo, aunque hubiera tenido que apechugar sola, lo habría hecho feliz de la vida. Creo que devolverles la mano a nuestros padres cuando están ancianos es lo menos que podemos hacer cuando ellos se han sacrificado tanto por nosotros.

Si por mi hubiera sido, habría dormido en el suelo con tal de tener la felicidad de atenderlos hasta el fín de sus días. Es mi orgullo haberlo hecho,  haber disfrutado lo que mas pude su años senior, preocuparme de sus comidas, viajar con ellos, llevarles el desayuno, hacerles el almuerzo, llevarlos al baño, ponerle  los calcetines y los zapatos, llevarle agua tibia para que se lavaran su boca, calentarles la cama antes de acostarse, y mucho mas,  son los mejores recuerdos que tienen mi alma en paz.

Solo espero que tu no seas parte de este cuento, no esperes que tu hijo corte la frazada para guardar la mitad para ti cuando tu estés viejo.  Todo en la vida se devuelve, todo lo que tu hagas por alguien  a la larga te llegará a tí.

En lo personal, no hay excusas para abandonar a los ancianos. Estoy en contra de todo lo que es abandono.

Y tu ¿que harías  en esta situación?...me lo cuentas...si deseas, o que opinas. Si no quieres no me lo digas, pero medítalo con tu almohada.

Que Dios  bendiga a los ancianos, la vejez es sabiduría.


Marcela
mariposaunika@gmail.com



Y no olvides que:
"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

25/7/13

"Darte cuenta"

Era una niña cuando me llevaron a ver la pelicula "La pasión de Cristo", con las mejores intenciones de mis padres para conocer esa hermosa sala cinerama Santa Lucía. Aun recuerdo la escena que nunca comprendí, por lo menos tuvieron que pasar varios años para conocer y valorar su significado. Ver la cara de Jesús diciéndole a su padre por que me has abandonado, quedó en mi retina, el dolor de esa mirada triste en mi cara se llenó de lágrimas.
Quise escapar de mi propia mente para no sentir ese abandono.

Llevo en mi piel marcas invisibles de miradas sigilosas abandonadas e inocentes de tristeza pura.
Dentro de todas esas miradas, un día me encontré con una.
Mirarle a los ojos me perturbó. Quise alejarme, pero fue mas fuerte.
Había tanto abandono en aquellos ojos apagados, haciéndome participe de una historia de años colmados de soledad silenciosa, maltrato de pareja detrás de la puerta, sufrimientos ocultos callados imperdonables.
Traspasé la barrera de esa tristeza cargada de soledad y abandono.
Sentí el miedo en aquella mirada sin brillo, sin dignidad. No todos los miedos suelen ser iguales, ni tienen la misma intensidad. Sintió miedo, miedo enfrentar el fracaso de una relación atormentada por años, miedo a la responsabilidad de los hijos y al que dirán, a no ser capaz económicamente salir adelante, tantos miedos resumidos en uno solo, "miedo al abandono".


Su cabellera de blancas canas denotaban descuido, vejez.
Su mirada vestía de abandono.
La miré de frente y a escondidas de manera muda, sufrí el abandono en que se encontraba.
Sentí pena, esa pena de sentirse menospreciada.

Entonces me comprometí conmigo, asistirla, mirarla, reconocerla, valorarla, devolverle la confianza, permitirle sensibilidad, darle tiempo para el juego, el buen humor que escondía, el amor incondicional en una amistad, y lo mas importante, la seguridad de ser mujer.

Me propuse conociera la otra cara de la medalla, la de una persona feliz, segura, de ojos transparentes contagiando alegría, aquella alegría de vivir bebiéndose gota a gota en un segundo, la vida.
Los días fueron pasando, mis palabras escritas la alimentaban.
Día y noche pendiente del aire que respiraba.
Si vestía de negro, o caminaba lento haciendo sonar sus tacos altos por el medio de la calle.
Su primer llamado telefónico, era magia camino al colectivo.
Asi empezó su mundo a vestirse de colores.
Poco a poco resurgía de las cenizas encontradas, palabra tras palabra,
sentimientos de amistad llenaron sus noches vacías.
Las madrugadas volaban buscando la luz del sol,
y sus ojos se iluminaron en la noche mas oscura,
queriendo bajar del cielo con una escalera, la luna llena.
La pequeña niña abandonada en su mundo se reencontró en escritos.
Empezó a soñar, y querer llevar sus sueños a la realidad.
Su abandono de mujer, fue quedando atrás.
Sus labios volvieron a sonreir.
La vida estaba de vuelta gracias a "esa persona", vestía de colores sus días grises.
La mariposa revoloteaba en su mente caminos desconocidos por conocer.

Descubrió un mundo donde la podían quizás valorar.
Nadó sin saber contra la corriente,
sus días oscuros de abandono quedaron atrás.

Sin importarle que el silencio de aquel despegar dañaría
a quien mas amó,
a quién le devolvió la vida.

El tiempo pasa, todo se lo lleva.

Llegará el día que darte cuenta de lo sucedido fue un acto de amor, fe y de confianza extrema entre dos almas que se amaron.

Darte cuenta que tu deuda es demasiado grande para olvidar.
Los intereses aumentan cuando no se cancelan.
Darte cuenta que le fallaste a quién decías amar.

Aquella mariposa sin pensarlo dos veces, te devolvió a la vida.

4/8/11

"Abandono"

Siempre supe que la muerte existía, la había visto pasar muchas veces por mi puerta, en frente de mí, y al pasar le decía, señor, llévalo por buen camino. Quedaba tranquila como si fuera tan natural morirse y enterrarlos. Cuando pequeña volvía del colegio caminando hasta mi casa, era tan "normal" encontrarme con perros atropellados, muertos a la orilla de la calzada, como olvidar ese olor a perro muerto que el viento hacía correr por cuadras en la ciudad.

El día que murió mi madre, Dios me dio la fortaleza para enfrentarlo, para asumir que no la tendría mas para sentirla, abrazarla, besarla, tomar su silla de ruedas, ponerla en la maletera de mi auto y que saliéramos a vitrinear al Shopping, o sino por las calles de alguna playa en primera y segunda, era nuestro caminar en cuatro ruedas mirando las casas nuevas. Cumplí hasta el fin con la linda obligación voluntaria de hija, no olvido la sensación de dejarla en aquel frío nicho helado, la sensación sentida es imborrable, fue ahí que empecé a conocer el abandono físico.

Sentía que por primera vez yo la estaba abandonando, no era así, era solo una sensación en mi piel, en mi mente, en mi alma. Era la ley de la vida, morir. Desde ese día, volví una y otra vez para tratar de sentirme cerca donde ella físicamente estaba, me recostaba encima de su tumba imaginando las veces que me metí en su cama tibia, no quería enfrentar mi abandono. El abandono en que me había dejado  su  muerte.



Siempre digo por algo pasan las cosas en la vida. Sin querer un día llegué a ese camino buscando a dos perros que vivían como reyes en mi pasaje, los que por uno u otro motivo de un vecino amargado, los tomó y los fue a botar,  no los encontré en ese lugar donde conocí parte de la verdadera miseria humana convertida en estropajos de mascotas abandonadas.   Mis lágrimas caían una tras otra, lágrimas culiás, les digo ahora con cariño cada vez que están con intenciones de asomarse y yo ahí con los brazos vacíos y cruzados sin saber que hacer, apenas con algo de comida que no alcanzaba ni para alimentar al mas chico de uno de los cachorritos, esqueletos sonámbulos caminando entre medio de los cerros llenos de rocas, matorrales y árboles. Recordar esa imagen, como bajaban los perros moribundos de los cerros hacia mí, es horrible. Fue ahí cuando sentí la verdadera sensación del abandono, tenía temor de quedarme, no podía irresponsablemente hacerles cariño por miedo a infectarme con sus sarnas avanzadas. Me subí al auto, puse el pié en el acelerador,  paradójicamente arranqué en forma desesperada y al salir de ese infierno, hice una de las promesas que mejor he cumplido en mi vida, en caso de encontrar a Pillín y Café, volvería a ese camino aunque fuera con agua, pan duro y huesos pelados. Volvería con lo que tuviera a mi alcance.

Pasó el tiempo, a través de mis experiencias aprendí que el sufrimiento sentido con la muerte de mi madre, era similar aquel que sentían algunas mascotas que nunca logré acariciar hasta el día de hoy, con aquellas que son abandonadas en un lugar preciso, las que nunca se alejan de ese lugar, que se dejan morir de pena sin querer alimentarse, esperando por instinto que su amo vendrá a buscarlas, y en su espera, mueren. Mascotas abandonadas por sus dueños.

Asimilando abandonos, pensé en aquellos padres que lo han dado todo sacrificándose por sus hijos, estos crecen sintiéndose dueños del mundo adolescente, juvenil, e inmaduramente aún en crecimiento a ser sabios, se equivocan, esos hijos no piensan en que aquel sufrimiento paterno puede cambiar toda la vida de una madre o de un padre, no piensan que ese abandono puede traer crueles consecuencias familiares y personales. Padres abandonados por sus hijos dejados en asilos para evitarse la vergüenza de alguna enfermedad donde se sienten ofendidos y dañados.

Asimilando abandonos encontré también el de la amistad, cuando dos amigos se aman deben confiar plenamente el uno en el otro, aquí no hay envidias, no hay celos e inseguridad, el pololeo, me decía mi padre, es una amistad verdadera mas íntima. Cuando un amigo desconfía poniendo en aprietos al otro cerrándole la puerta de una vez sin siquiera pensarlo, es exactamente lo mismo que le hacen a una mascota, la tiran por la puerta trasera de un auto en marcha, o la sacan a escondidas detrás de la maletera para tirarla en algún lugar. El abandono es traición.

Todo lo que traicionas a la larga te lleva al abandono…

En el abandono uno siente que pierde todo lo bueno que produce la compañía de otros al sentirse desamparados, no recibir caricias y protección, se nota indefenso, que la situación en que se encuentra no es suficientemente fuerte como para defenderse a sí mismo. Se siente desamparado, huérfano, desvalido, afligido, rechazado y triste, deja de comer.
Cambia su sensación de seguridad por la de inseguridad.

En el abandono se siente el cese de control, los acontecimientos son incontrolables para quien lo sufre. Hay que ceder, rendirse o someterse, sentimiento que acaba inhibiendo la motivación y hace que el “sujeto” deje de actuar y entre en una fase de pasividad desesperada. Cuando alguien se siente impotente para cambiar una determinada situación o estado de ánimo, esto puede acabar desembocando en un sentimiento de desesperanza cayendo en depresión.  Lo mismo suceden en los humanos como   en los perros abandonados. La muerte se los lleva.

El abandono puede ser absolutamente delicioso o terriblemente doloroso. Visto en su vertiente negativa, el abandono se intensifica con una soledad amarga.   El ser traicionado, desamparado, separado de un ser querido, puede ser una persona o un animal, la única compañía que le queda es la de la pena, miedo, incertidumbre. Si se ha abandonado a alguien, a todo ello se mezclan el pesar y los remordimientos, solo espero que aquellas personas que abandonan  lo que mas los ha amado, nunca dejen de sentirlo.

Afortunadamente, el abandono tiene sus momentos buenos. Instantes de calma, de reposo. Uno se abandona al sueño, a la pereza, a la caricia del sol.  En los perros esa etapa puede durar de cuatro a dos semanas. En los humanos también puede ser la hora exquisita de las confidencias, puede durar años.

Sabes que?    Hoy mi mayor estímulo ha sido Rayo Boy y Catalina, ellos estaban ahí, como sabiendo que algo raro pasaba en mi corazón. Rayo no ha dejado de buscar su pelota para tirarla a mis pies, toma, es tuya, te la regalo, juguemos?...y Cata al escuchar la música de mi Calamaro, se pone de pie en sus dos patitas, se afirma de mi cadera e insinúa…¡bailemos!…ahí están ellos, dos abandonados que un día se los robé al camino, ahí están ellos, dos abandonados que amo mas que la cresta, que no cambiaría por nada del mundo esa felicidad agradecida que me entregan a diario, que no me ponen en contra de la pared, que no me celan y  no se enojan cuando lleno mi auto con cosas ricas sabiendo que no son para ellos y a donde las llevo. Y que al volver me estaran esperando por si traigo olores  conocidos de un camino, que se alegran cuando llego en mi auto con aquel olor que dice que algo les recuerda, y de felicidad  van y orinan  las ruedas,  que no me levantan la voz cuando les llamo la atención, que no me traicionarían dejándome botada en ninguna parte, ni de día, ni en medio de la noche, ni tampoco me eliminarían del facebook.

Ellos confían plenamente en mí entregándose en alma y vida, como diciendo que puedes hacer de mí una obra de tu amor. Que yo puedo experimentar que el amor es fuerte como la muerte y como la vida.

No dejo de sentir mi corazón junto a ti, es lo que debe pensar, si es que pensara, aquel perro que sufre en el abandono esperando a su amo.

Lee y piensa bien si crees estar en un hoyo, trata de subir, aferrate a tus padres, a tus amigos,  a  tu mascota, valora lo que te puede entregar sin condiciones, hoy, quizás sea la única que estará esperando ansiosa que puedas tapar ese hoyo para alegrarte la vida como ningún humano. Piensa bien en este sentimiento, el abandono, antes de hacerlo, mira a los ojos de quién estas abandonando. Verás que la comunicación siempre se da cuando por lo menos lo intentamos.

El recuerdo de mis faltas me humilla
y me lleva a no apoyarme nunca en mi propia fuerza,
que no es más que debilidad.


A mirar hacia adelante y comenzar, siempre comenzar.


NO MAS ABANDONO


Marcela Opazo Castro



Si deseas adoptar un perro del camino, por favor comunícate lo antes posible, hay cientos de abandonados que están esperando una oportunidad, no la niegues.

"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero."

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